Las piezas
del ajedrez se están alineando, avisan de un juego que no sabía que estaba
jugando.
De pronto
todo pierde sentido y yo miro, ¿se mueve dentro mi certeza cuándo descubro la
incerteza del otro?
-No, no
se mueve mi certeza. Decae mi fe. Ese creer absoluto… ya no sé para quién estoy
creando o para qué, esta realidad que ahora noto me tiene tan solo a mí,
desierta me descubro de pronto… desierta de compañía.
Creo que a eso los
poetas llaman soledad, en cuanto a mí me cuesta pronunciar... lo que me
convenzo a diario no es tal.
Quizás lo más simple
sea asumir, que existe un vació en mí, que se agudiza en días de luna, que
sangra junto con mi cuerpo, que se repite, que ¿es mío o es yo?, ¿hasta dónde
le pertenezco y hasta dónde me pertenece?... ¿o será que no hace falta tal
distinción, que en el mundo no dual...todo es bastante más claro de visualizar?
No es tranquilidad lo
que se agita tras mis ojos en las noches de insomnio, basta de estupideces,
pues definitivamente no es serenidad aquella congoja que siento al despertar. El
aumento de latidos, el nudo en la garganta y estos… estos deseos de llorar que
no encuentran lugar donde desbocar.
No puedo expresarme,
no encuentro lugar, donde nadie lo note y yo pueda ser yo sin estorbar, sin
levantar opinión sin recibir preguntas ni de crítica ni de preocupación.
Quisiera echarme a llorar como una loca, gritar romper las cosas, quisiera que
mi voz tomara forma, que mis rabias vomitaran fuego, que mi cuerpo se perdiera
en las aguas, que todo, todo pudiese ser dicho y expresado, quisiera perderme y
dejar de respirar, volver a esa condensación primigenia y entonces que mi
voluntad elija volver a respirar.
Enamórate de ti me
dijeron... Tenían razón, sin ser mi mayor aliada, mi amante embelesada no he
llegado a ningún lado... o más bien he llegado a donde se llega cuando uno
mismo no se da la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario