Me miraba... otra vez,
pero fue distinta la mirada que recorrió mi ser.
Me sentí,
¡no te imaginas la alegría que se expandió en mí!
Por primera vez,
re descubrí, que podía y era verdad,
que todo estaba detrás del fino velo,
de mi antigua- y quizás necesaria, para su tiempo- ceguedad.
Ahora ante mis ojos, abiertos o cerrados,
puedo apreciar, como fluye la energía,
la energía que va más allá,
que nos une, que nos nutre,
y que un día sin saber cómo o en qué lugar,
perdí.
Pero como siempre, perdí para ganar, con el fin de reencontrar.
P. D: Bienvenido el reino de la paz.